jueves, 19 de junio de 2008

Ya salió...


¡Que levante la mano quien haya sufrido en alguna ocasión un cólico nefrítico! ¡Que levante la mano quien haya sentido cómo la piedra va saliendo por la uretra hasta impactar con la botella de Lanjarón cortada en la que el urólogo te ha dicho que mees para después analizar el cálculo! Que levante la mano… ¿Nadie?

Pues yo, por fin, he soltado hoy mi piedra.

Bueno, la verdad es que la mía era un pedrusco de considerables dimensiones. Ya llevaba dos años con esa molestia constante que me atacaba los riñones y derivaba los dolores a todo el cuerpo, pero hoy me he quedado nuevo.

Creo que si hubiese sabido que la sensación iba a ser ésta hubiese puesto medidas mucho antes. Tampoco es que haya sido un dolor continuado e inaguantable en el día a día de estos dos últimos años. Ha habido momentos, sobre todo en los últimos meses, que casi no me he acordado de que la puta piedra estaba ahí, en estado latente, esperando su momento para dar la cara. Pero cuando lo hizo, no me dejó más remedio que acudir a Urgencias para medicarme, ¡bendita la hora!

Uno, preocupado por su estado de salud, había leído sobre la patología sufrida, y descubrí cosas muy llamativas. Yo sabía, porque lo había vivido, que las llamadas piedras en el riñón se presentan con un dolor agudo e intenso, casi insoportable, que te pone de una mala hostia de órdago y te puede producir fiebre, náuseas y hasta vómitos. Lo que no podía imaginarme es que el dolor ocasionado suele originar reacciones psicológicas que pueden añadirte un sufrimiento mucho mayor.

Leyendo sobre las causas que suelen motivar este tipo de patologías, casi todos los expertos daban una mayor relevancia a los factores extrínsecos y me acordé de la serie aquélla que veíamos de pequeños y que nos explicaba el funcionamiento del cuerpo humano. Y vino a mi mente la imagen de un grupo de muñequitos, blancos todos ellos, que vivían en paz y armonía hasta que llegaba uno rojo y se ponía a “dar por culo”, y luego llegaba otro rojo, y otro más… Y el jefe de los rojos, vestido de militar, era el más cabrón de todos, y los blancos claudicaban, y la enfermedad, poco a poco, se iba transmitiendo por el tejido anteriormente salubre hasta ocasionar el desaguisado.

En la serie siempre aparecía un anciano barbudo que encontraba la solución para estos problemas. Desgraciadamente, en la vida real no siempre aparece ese anciano, por eso hoy estoy tan contento de que mi molestia haya terminado.

No obstante, preguntando a la gente que me rodea me he percatado de que se trata de una patología ciertamente común, y que son muchos los compañeros y amigos que también alojan en sus organismos estos cálculos renales (me cuenta una amiga que también pudo soltar su piedra hace unas fechas).

Sé que no todos ellos pueden costearse la medicación e ir a urgencias para que le den el tratamiento que les libere, a éstos les aconsejo que tengan un poco de paciencia porque la piedra saldrá sola, seguro. A los que pueden hacerlo les sugiero que no se lo piensen, merece la pena liberarse de este tipo de guijarros, aunque corras el riesgo de que otro pueda formarse en un futuro y volver a joderte la existencia…

A mí no sé si se me volverán a formar en un futuro, pero no sabes lo feliz que estoy de que esta hijaputa ya haya salido.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

En uno de mis costureros, guardo un tubo que me dieron en el hospital, con 24 piedras que tenía en mi vesícula. Pero aparte de las de verdad, ahora tengo dos o tres dolorosas piedras virtuales, que ya están identificadas y espero poder extraerlas en breve. En la vida, lo importante es saber cómo se vive sin piedras. Me alegro mucho de tu liberación, porque una vez que la piedra se expulsa, nada nos duele, y la vesícula o la uretra se quedan como antes, o mejor. Picuqui.

Anónimo dijo...

esto es más o menos como las almorranas, que también hay quien las sufre en silencio, me alegro de que tu piedra ya sea historia. Oye, a ver si actualizas más a menudo, eh?

Anónimo dijo...

tb hay quien dice, es como si huviera parido, aunque en estos casos no te libras de nada sino que tienes una nueva preocupacion para toda la vida. Yo, en mi caso, prefiero solttar la piedra lo otro me da yuyu.

Anónimo dijo...

Mucha suerte compañero.